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sábado, 2 de enero de 2021

¿Vemos lo que nos trae el 2021?




Ya, por fin, ha terminado 2020. Nunca pensé que llegado a los cuarenta hubiera vivido y experimentado tantas cosas y a la vez tan extremas, así que por estadística creo que ya he cubierto el cupo. 

  

     El primer momento comenzó en el 2017 cuando fui de vacaciones a Londres. Viví, en primera persona, lo que es el pánico. Me encontraba en un bar tomándome una cerveza y me empezó a sonar el móvil con mensajes de WhatsApp. No entendía el porqué me preguntaban si estábamos bien, ¡Cómo puede ser, que estado tan cerca, no seas consciente de lo que está sucediendo ahí fuera!. Cuando te das cuenta de lo que pasa y sobre todo de la magnitud, aparece el miedo. Por no decir el pánico.

 

     El segundo momento fue en el 2018. Un mes y medio después del día más importante y bonito, mi boda. Todavía estaba saboreando todo lo que había supuesto aquel día y la luna de miel. Sucedió un viernes a las 16:30 de la tarde cuando volvía a casa después de un día duro. Aquella mañana al llegar al trabajo pensé que todo estaba puesto a mi favor para atender un contrato, que la que era mi empresa, había dejado desatendidos.

 

    Cuando terminé y me senté en el coche pensé: ¡ya está!, de vuelta a casa. Salí del Centro Comercial cogí la carretera dirección Málaga y ya no recuerdo más. No sé lo que paso, tuve un accidente grabe de coche que hizo que todo se parase en seco. Desde ese momento hasta que salí del hospital solo tengo pequeños recuerdos. Tuve una fractura abierta del cúbito y el radio con pérdida ósea de la mano derecha en la que también me seccioné los tendones, otra fractura del otro brazo, un neumotórax, una contusión ósea de la rodilla izquierda y heridas por todo el cuerpo.

 

     El tercer momento llegó en el 2019, el 13 de julio, justo un año después del incidente de coche, en el aniversario. Me volví a fracturar el mismo brazo que e el accidente. Varios meses antes tuve la segunda operación en la que me quité las dos placas y los 18 tornillos para intentar recuperar la movilidad. Se suponía que con eso ya podía empezar a volver a normalidad, pero nada más lejos de la realidad, fue una ilusión que se esfumó. Lo más jodido es que no fue una fractura en la que te pones una escayola y listo sino como tuve una pérdida del hueso del radio, no había soldado bien así que ahora tocaba otra operación, la tercera, para colocar una placa y hacerme un injerto de hueso de la cadera. 

 

   ¡¡Vuelta a empezar!!, cuando ya había comenzado a caminar otra vez a la casilla de salida. Una mierda, la verdad, pero bueno es con lo que tenía que lidiar.

 

  El cuarto momento empezó a mediados de marzo del 2020. Se hizo realidad una situación que nunca pensé que íbamos a vivir y que nos iba a tocar a todos de alguna u otra manera. Tengo suerte ya que a mi alrededor no he tenido ninguna mala noticia así que puedo darme con un canto en los dientes.

 

  Han sido mis cuatro jinetes del Apocalipsis particular, aunque lo que se dice es verdad: "lo que no te mata te hace más fuerte". 

 

    Vamos a ver lo que nos depara este año que acaba de empezar. No quiero pensar mucho, la verdad, creo que esperaré a ver cómo se desarrollan los acontecimiento.


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